lunes, 3 de agosto de 2015

Catalina de Medici

Catalina de Médici (Florencia, Italia, 13 de abril de 1519 - Castillo de Blois, Francia, 5 de enero de 1589) fue una noble italiana, hija de Lorenzo II de Médici y Magdalena de la Tour de Auvernia. Como esposa de Enrique II de Francia, fue reina consorte de Francia desde 1547 a 1559. En dicho país es más conocida por la francofonización de su nombre, Catherine de Médicis.
En 1533, a los catorce años, Catalina contrajo matrimonio con Enrique, segundo hijo del rey Francisco I de Francia y la reina Claudia de Francia. Durante su reinado, Enrique excluyó a Catalina de participar en los asuntos de estado, y en su lugar se deshizo en favores con su amante, Diana de Poitiers, que ejercía una gran influencia sobre él. Sin embargo, la muerte de Enrique empujó a Catalina en la arena política como madre del frágil rey de quince años, Francisco II, y a la muerte de éste en 1560, Catalina pasó a ser regente en nombre del nuevo rey, su hijo de sólo diez años Carlos IX, lo que le concedió amplios poderes. Tras la muerte de Carlos en 1574, Catalina volvería jugar un papel clave en el reinado de su tercer hijo, Enrique III, monarca que sólo prescindió de los consejos de su madre en sus últimos meses de vida.
Los tres hijos de Catalina reinaron en una etapa de constantes guerras civiles y religiosas en Francia. Los problemas que enfrentaba la monarquía eran complejos y de enormes proporciones. Al principio Catalina prometió e hizo concesiones a los rebeldes protestantes franceses, o hugonotes, como empezaron a ser conocidos. Sin embargo, nunca comprendió las cuestiones teológicas que impulsaron su movimiento, y más tarde la ira y la frustración la llevaron a aplicar líneas más duras en su política contra ellos.1 Como consecuencia, llegó a ser culpada de las excesivas persecuciones contra los protestantes desarrolladas durante los reinados de sus hijos, en particular de la Matanza de San Bartolomé de 1572, en la que fueron asesinados miles de hugonotes en París y por toda Francia.
Algunos historiadores han excusado a Catalina de culpa en las peores decisiones de la corona francesa, aunque las evidencias de su crueldad se encuentran en sus cartas.2 En la práctica, su autoridad estuvo siempre limitada por las guerras civiles. Por lo tanto, sus decisiones políticas pueden considerarse como intentos desesperados por mantener a la dinastía Valois en el trono de Francia a toda costa, y su patronazgo de las artes, un intento de glorificar a una monarquía cuyo prestigio estaba en franca decadencia.3 Es improbable que sin Catalina sus hijos se hubieran mantenido en el poder,4 y no en vano los años de sus regencias han sido llamados «la era de Catalina de Médici»,5 pues de acuerdo con uno de sus biógrafos, Mark Strage, Catalina fue la mujer más poderosa del siglo XVI en Europa.6

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